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¿Por qué nos movemos?
Nuestro cuerpo se mueve gracias a los huesos, los músculos y las articulaciones; el conjunto forma el sistema locomotor.
Los huesos nos dan consistencia, forma y nos permiten mantener las posturas. Además, protegen órganos vitales: el cráneo al cerebro, la caja torácica a los pulmones y el corazón, por ejemplo. Los huesos son además importantes para otras funciones vitales como la generación de células sanguíneas entre otras.
Sin las articulaciones no podríamos doblar los codos o flexionar las rodillas. Son las bisagras de nuestro organismo, protegidas por un cartílago que evita el roce entre los huesos.
Los músculos son el motor y hacen que los huesos se muevan ya que están unidos a ellos mediante los tendones. Cuando el músculo se contrae provoca el movimiento del hueso mediante la articulación correspondiente.
Tanto los músculos, como los huesos y las articulaciones están diseñados para estar en movimiento. La inactividad y el sedentarismo, no son nada beneficiosos para ellos produciendo distintas enfermedades. Las más comunes son:
- Osteoporosis: pérdida de densidad del hueso, que si no se cuida se convierte en frágil como el cristal.
- Artrosis: la enfermedad articular más importante. El cartílago protector se desgasta y los huesos rozan uno contra otro causando dolor.
- Atrofia muscular: pérdida de la musculatura que disminuye la fuerza, la resistencia y la flexibilidad del músculo. Tanto la fuerza como la flexibilidad se recuperan con ejercicio.
Conservar la forma física
Las claves para mantener nuestro sistema locomotor (huesos, articulaciones y músculos) en forma son una buena nutrición y el ejercicio físico.
La dieta tiene que ser rica en calcio, verduras, fruta, proteínas (aves, carnes, pescado blanco y azul, lácteos) y glúcidos (patatas, pasta, legumbres). En resumen, la saludable dieta mediterránea.
El ejercicio físico es imprescindible. Acudir a un gimnasio y ejercitarnos en una rutina preparada especialmente para nosotros está muy bien, pero también hacemos ejercicio bailando, si nos gusta más, paseando en bicicleta o, simplemente, caminando. Una caminata de media hora diaria, aunque sea en dos veces de un cuarto de hora, es lo aconsejable para empezar.
Y para combinar dieta y ejercicio físico es conveniente tomar el sol en dosis adecuadas. El sol ayuda a la formación del hueso ya que activa la pro-vitamina D que tenemos en la piel, convirtiéndola en vitamina D, que es fundamental para la absorción del calcio.
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